The New York Times
Al menos 39 personas murieron la noche del lunes y otras 29 resultaron gravemente heridas al desatarse un incendio en un centro de migración del gobierno en el norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos, informaron las autoridades.
El incendio mortal se produce en un momento en que las ciudades fronterizas de todo México se han visto abrumadas por migrantes devueltos desde Estados Unidos, y por otros procedentes de distintos países, muchos de ellos con la esperanza de cruzar luego de que en mayo expire una norma de salud pública de la época de la pandemia.
El incendio comenzó en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, una ciudad fronteriza situada al frente de El Paso, Texas, poco antes de las 10 p. m., según un comunicado del gobierno mexicano.
Sesenta y ocho hombres procedentes de Centro y Sudamérica estaban detenidos allí, según el comunicado, que añadía que los 29 heridos se encontraban en estado grave y habían sido trasladados a hospitales locales para recibir atención urgente.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que los hombres alojados en el centro estaban molestos con las autoridades.
“Como protesta, en la puerta del albergue pusieron colchonetas y les prendieron fuego y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”, dijo López Obrador en su habitual conferencia de prensa diaria el martes por la mañana.
“Suponemos”, añadió, “que se enteraron de que iban a ser deportados”.
Los migrantes duermen en iglesias, hoteles y a veces en la calle. Para sobrevivir, muchos han empezado a vender caramelos, limpiar parabrisas y pedir limosna.
La mañana del 12 de marzo, cientos de personas —incluidas mujeres y niños— se precipitaron hacia la frontera y se reunieron en un puente que conecta la ciudad con El Paso, Texas, según informaron los medios de comunicación locales.
Los migrantes suplicaron para cruzar a Estados Unidos, pero fueron rechazados por agentes de la ley.
Los migrantes fallecidos en el incendio del lunes por la noche procedían principalmente de Centroamérica y Venezuela, dijo López Obrador. Al menos 28 de las víctimas eran de Guatemala, según el Ministerio de Relaciones Exteriores guatemalteco.