La voz de Don Pedro: un motaxi, un altavoz y la búsqueda de Chencho

Con su viejo equipo de sonido y su motaxi, Don Pedro recorre las calles de Santa Cruz Xoxocotlán para buscar a Chencho, un pequeño perrito perdido que pertenece a un niño enfermo

Miguel Ángel Maya Alonso

En medio del calor ardiente que envuelve a Santa Cruz Xoxocotlán, un hombre de canas plateadas recorre las calles montado en su motaxi. Sobre el toldo improvisado cuelga un viejo equipo de sonido, desgastado por el tiempo, pero aún firme en su misión. Desde el altavoz, su voz resuena clara, temblorosa, sincera:

—Vamos a hacer una atenta y cordial invitación a todos nuestros amigos de Xoxocotlán…

Don Pedro no busca clientes. No ofrece productos ni promociona ningún evento. Hoy, su mensaje es más urgente, más humano. Busca a Chencho, un perrito pequeño, curioso y de orejitas levantadas, que desapareció hace apenas una hora. Lo hace por un niño enfermo, por su amigo más fiel, por esa amistad callada que sólo un perro y un niño pueden entender.

—El perrito se llama Chencho. Es de un niño que está malito. Si vieran cómo quiere ese niño a este perrito…

La gente lo escucha, lo mira pasar. Algunos lo ignoran, otros esbozan una sonrisa tibia, incrédula, quizás por lo inusual de la escena. Pero Don Pedro no se detiene. Sabe que cada minuto cuenta. Chencho es pequeño, frágil, “no sirve ni para un taquito”, dice con ternura. El temor lo empuja: un perro más grande podría atacarlo, un auto podría no verlo. Pero también lo impulsa el amor, ese que no necesita muchos nombres para sentirse verdadero.

—Ese perrito cabe donde sea… bajo zaguán se pudo haber metido…

Los altavoces escupen palabras que parecen nacer más del pecho que de la garganta. No son sólo datos, son súplicas. Son pedazos del corazón de Don Pedro, salpicando las calles con un eco que pide compasión.

No hace mucho, Don Pedro se dedicaba a dar anuncios con su sonido. Hoy, sin embargo, lo usa para otra cosa. Para lo más urgente. Para lo más noble.

—Me voy porque no se vayan a comer a Checho…

Y se aleja apurado. El motor de su motaxi ruge débil, pero su mensaje ya quedó sembrado en Xoxo. Con suerte, alguien lo escuchará. Y Chencho, el amiguito fiel, volverá a casa. Porque en este pueblo, a pesar de todo, aún hay hombres buenos. Porque, como dice Don Pedro, “qué bueno que hay personas buenas”.

Y si alguien ve a Chencho pasen a la calle Independencia de Santa Cruz Municipal, frente al DIF Municipal. Ahí vive Don Pedro.

More From Author

Fernando  Huerta fomenta la reconciliación de tuxtepecanos en arranque de obras prioritarias

Mauro Cruz Cruz encabeza cruzada contra el analfabetismo en Oaxaca

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *